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domingo, 18 de septiembre de 2011

Música / Entrevista con Carlos Calleja Orquesta de autogestión La Académica de Buenos Aires dará hoy un concierto en el Teatro Avenida Por Mauro Apicella | LA NACION


cualquiera que siga la actividad sinfónica en nuestro país le interesará saber de qué se trata esa Orquesta Académica de Buenos Aires, que aparece en la cartelera porteña cada vez con más frecuencia, por su actuaciones en producciones de Juventus Lyrica, o en conciertos programados en Amijai y en la Facultad de Derecho de la UBA. Buena manera de saber cómo será el concierto que hoy ofrezca en el Teatro Avenida, con un programa que incluirá una sinfonía y un concierto para violín y orquesta de Tchaicovsky.
Esta formación de casi 60 músicos integrada por alumnos -en su mayoría jóvenes de entre 15 y 30 años- y profesores instructores, tiene apenas dos años y medio de existencia y funciona por total autogestión.
Aunque a su director, Carlos Calleja, le interesa mirar mucho más el presente que el pasado, es inevitable hacer referencia a las circunstancias en las que fue creada. Hace casi tres años, cuando la Orquesta Académica del Teatro Colón quedó disuelta -el director Pedro Pablo García Caffi tenía la intención de crear otra, que es la que actualmente funciona-, sus docentes e integrantes pensaron que el proyecto debía continuar, al menos desde un espacio independiente, fuera de la órbita del Estado. Comenzaron con ensayos en salas privadas. Los primeros ingresos económicos fueron gracias a actuaciones en óperas de Juventus Lyrica. En 2010 presentaron el proyecto para financiamiento por ley de mecenazgo y lo consiguieron. Eso les permitió conseguir auspicios de empresas, comenzar a dar becas e instalarse en un espacio propio, un antiguo edificio remodelado en el barrio del Once.
La voz de Carlos Calleja suena con cierta mezcla de cansancio y tranquilidad. Cansancio porque tiene que estar en cada detalle (aunque, afortunadamente, la cantidad de jóvenes que van asumiendo responsabilidades en la parte artística y administrativa de la orquesta es cada vez mayor). Tranquilidad porque está sentado a una mesa llena de partituras, en un espacio que la orquesta tiene como sede, como lugar de encuentro. Al menos hasta fines del próximo año tiene asegurado el auspicio privado que le permite seguir funcionando sin sobresaltos. "Esta casa es la materialización de la gran apuesta que estamos haciendo con esto", dice el experimentado director y docente.
Calleja estuvo siete años al frente de la Orquesta Académica del Colón, hasta principios de 2009. Desde la llegada de Horacio Sanguinetti a la dirección del teatro hubo varias idas y venidas hasta que el siguiente director, García Caffi, anunció que pensaba una etapa diferente para este organismo de formación musical. "Tenía derecho. Cada gestión tiene derecho de renovar la gente con la que trabaja. El único problema es que durante un año la orquesta quedó cerrada. A principios de 2009 se anunció oficialmente que quedaba cerrada. Ese mismo día nos reunimos con los músicos y les propuse continuar de alguna forma. Me parecía un desperdicio que perdieran el año esperando que se abriera una orquesta en el Colón."
-¿Qué diferencias hay con aquella Académica del Colón que dirigiste?
-La diferencia es que de esta orquesta la gente ya no tiene que irse. Al contrario. Debe quedarse para que sigamos acumulando experiencia. Pero hacemos concurso todos los años, incluso para los que ya la integran.
-¿Cómo se están financiando?
-Al principio nadie cobraba nada. Ya a fines de 2009 Juventus nos ofreció hacer La viuda alegre . Eso nos permitió vender nuestro trabajo profesionalmente y, con el ingreso, pagar a los profesores, las fotocopias. Al año siguiente nos ofrecieron dos óperas, y con eso pagamos becas. La verdad es que el que viene se integra a una cosa familiar: tres ensayos semanales de tres horas y mucho para estudiar. Ahora tenemos un ingreso mixto, el de mecenazgo y el de nuestro trabajo. Actualmente preparamos la ópera El murciélago , con Juventus, y con Iñaki Urlezaga, el balletCascanueces . Todas cosas que son de mucho crecimiento para el organismo.
-¿Cómo se equilibra la formación con un trabajo profesional cada vez más frecuente?
-Lo ideal es tener una orquesta académica juvenil y que luego los egresados pasen a una semi profesional como se hizo en la orquesta de Venezuela de Abreu. Lo importante es contenerlos en algún lado. Este espacio que hicimos, precipitado por una circunstancia pero que estaba en mi cabeza hace años, se concretó. La diferencia es que no nos podemos dar el lujo de perder músicos. Si surgieran orquestas los enviaríamos ahí. Pero no surgen. Quienes tenemos ya la edad para formar o conducir organismos diferentes, podemos ser cómplices o no. Podemos continuar con lo que hay, a veces no te queda otro remedio, o generar otro tipo de espacio más libre y creativo.
-¿Cuáles son las decisiones estéticas?
-Aunque te parezca exagerado, las estéticas son las más fáciles. El problema son las éticas. Porque todo el tiempo uno trata de cambiar cabezas. El objetivo no es sólo hacer música mejor. Lo interesante es cambiar la actitud del "para qué tocar". Todo lo demás viene por añadidura. Si el músico se fortalece, la música sale.
-¿Por ahora sólo piensan en el próximo concierto o pueden proyectar más allá?
-Trazamos un panorama de repertorio de lo que puede ser más interesante. Obras que puedan motivarlos. La idea es distribuir las dificultades y los intereses.
-Ese criterio parece netamente formativo.
-Siempre habrá algo de formativo. Si no lo es para la orquesta lo será para el público. Lógicamente, lo que hacemos es un tanteo permanente para ir orientando hacia adonde vamos.

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