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domingo, 23 de octubre de 2011

El silencio de los inocentes Año 4. Edición número 179. Domingo 23 de octubre de 2011 Por Liliana Díaz, desde Misiones sociedad@miradasalsur.com


En Misiones, por año nacen 60 chicos con malformaciones causadas por el uso de agrotóxicos en la producción de tabaco. Funcionarios locales se niegan a controlar a las empresas.
Rubén es un muchacho que como muchos de su edad cursaba la escuela secundaria en San Vicente, Misiones, y trabajaba en la producción tabacalera de la chacra familiar. Comenzó colocando los plantines en los surcos, luego atando las hojas de tabaco, y cuando estuvo más grande se calzó la mochila y le tocó fumigar. Y fumigó contra el viento… El Randaup penetró no solamente a través de la piel, sino que pegó de lleno en sus ojos. Hoy, a los 20 años y luego de cuatro de aquel episodio, Rubén está ciego. Ya no va a la escuela y apenas ayuda en la chacra. Esta es una de las historias de los 12 mil tabacaleros de Misiones que anualmente producen 35 millones de kilos de tabaco Burley. Es la principal productora del país y prácticamente casi toda la producción se exporta a Bélgica y Finlandia.
La principal zona se encuentra en la franja central misionera hasta el río Uruguay, principalmente en el departamento de 25 de Mayo, la zona más pobre de la provincia, a pesar de que el negocio tabacalero mueve más de 630 millones de pesos al año.
Liria Desconsi cursa Trabajo Social en la Universidad Nacional de Misiones. Integra el equipo que conduce Antonia Husulak que desde el área de Extensión intenta visibilizar el alto índice de malformaciones y discapacidad en las familias tabacaleras de la zona productora. Liria cuenta que su cuñada tuvo un bebé que nació sin diafragma y murió a las pocas horas, al igual que su amiga maestra cuyo bebé nació sin pulmones. A partir del trabajo de este equipo vio su origen: la contaminación por agrotóxicos.
Ojos que no ven. El Dr. Hugo Gómez Demaio es jefe del Departamento de Investigaciones del Hospital de Pediatría de Posadas. Sorprendido por la cantidad de malformaciones que atendía –diez veces más que en la Capital Federal–, comenzó a indagar sobre el lugar donde se habían gestado esos niños: todos provenían del alto Uruguay, zona productora de tabaco y de uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes. Inició entonces un estudio a través de un convenio con universidades.
Lo primero que notaron fue la existencia de numerosos casos de mielomelingoceles, espina bífida o espina bífida oculta, resultado del cierre del tubo neural incompleto. El tubo neural que rodea a la médula espinal, se cierra antes del día 28 de la gestación. En los casos de malformaciones ese cierre no se completa. Pero eso, era solamente la punta del iceberg: apareció una masa desconocida de patologías. Indagaron la genotoxicidad, que es la modificación del genoma humano y se da por la intoxicación crónica por el uso de estos agrotóxicos afectando la propia estructura del ADN. Y estudiaron también la teratogénesis, el desarrollo fetal anormal dentro del útero materno de estos chicos que se les había cambiado el genoma por efecto de los agrotóxicos y que nacían con malformaciones. Los datos de afectación son alarmantes: 7.000 nacidos vivos, unos 60 casos al año, cuando la media en otras regiones es del 0,1 por mil.
“Estos niños nacen con parálisis desde la zona lumbar para abajo, incluidos miembros inferiores, vejiga, y aparato defecatorio. No tienen control fecal, urinario, ni motricidad de los miembros inferiores en distintos grados”, explica Gómez Demaio. “Si uno los cuida pueden vivir igual que nosotros, pero el promedio de nuestros pacientes requiere ocho operaciones. Hay chicos que tienen 20 operaciones, para arreglarle la vejiga, el aparato digestivo, la motricidad. El esfínter urinario artificial que le colocamos para que no usen más pañales cuesta 10.000 dólares.”
“Camila nació un jueves –cuenta la mamá Carmen– y para el miércoles siguiente ya le habían hecho tres cirugías. Tenía una hernia diafragmática, no tenía ano, su intestino estaba malformado y tenía un problema en una arteria coronaria. Va a cumplir 12 años y tiene seis cirugías hechas. Y todavía faltaría una, pero me dice, mami, ya no quiero más. No quiero que me corten la panza, no quiero nada.”
Luis Nacke es productor tabacalero. “Un 21 de diciembre, estaba pulverizando el tabaco con Furadán junto a mi papá a las seis de la mañana. A las 10.30 me sentí mal. Hasta las cuatro de la tarde visité el cielo y volví. Hoy tengo problemas visuales, de columna y cuatro hernias de disco.”
La más pequeña de los Soroka “nació con una malformación”, según cuenta su mamá. Y agrega: “Ellos dicen que no tiene nada que ver con el veneno, que el aire está contaminado y que eso es normal”. La operaron del corazón, y según su papá, “hoy en día gracias a Dios camina… empezó a caminar a los ocho años. Pero si los padres de estos chicos no ponen voluntad, no van a caminar…Yo tengo 35 años y tengo problemas de vista, hay días que no veo nada. Hago tabaco prácticamente desde que nací. Mi cuñado tiene 34 y tampoco ve nada… me van a decir que no es problema del veneno…”.
Antonia Husulak está preocupada por el futuro de estos chicos. ¿Qué va a pasar cuando sus padres ya no estén? El trabajo desde Extensión de la UNaM comenzó en 2004. Un antiguo colega del Inta le pidió colaboración para realizar la reingeniería de 22 cooperativas de productores de la zona de San Vicente. Presentó el proyecto y convocó a los socios en esta ciudad de 45 mil habitantes ubicada. No fue nadie. Recorrió las chacras para hablar con la gente. Al llegar a la primera casa, acababan de enterrar a la hija más pequeña. Piel de cristal, cáncer, malformaciones, fue el impacto de ese recorrido. En cada hogar un cuadro similar. Cuenta Antonia que hasta hace un par de años el tema estaba prohibido. “La trabajadora social de la Municipalidad nos contó desesperada sobre la cantidad de casos, pero el presidente de la Federación de Cooperativas de Tabaco, que fuera interventor de la Municipalidad, evita el tema. Cuando fue creciendo el conocimiento de esta epidemia convocamos a una reunión, con la firma del decano de la Facultad. Invitamos a todos los poderes públicos de la provincia, pero solo vinieron dos diputados. El intendente Valdir Dos Santos organizó un acto político simultáneo para que no fuera nadie. La directora del hospital jamás nos atendió, aunque uno de los médicos nos contó en secreto la gravedad de la situación. Hoy en el pueblo nadie lo saluda. El intendente fue claro: ‘Yo no me voy a enredar con las tabacaleras’.” Cuenta Antonia que igual fue mucha gente de Aristóbulo del Valle, Dos de Mayo, 25 de Mayo… Todos lamentaron sobre la falta de instrucción sobre uso de agrotóxicos.
Liria explica que los que pudieron llevar a sus hijos al Garrahan trajeron un aprendizaje sobre el cuidado de los chicos, cosa que no ocurre con los que no lograron salir de la provincia. “En San Vicente no hay neurólogo ni sede del Profe, la obra social que tienen todos. Tienen que atenderse en Posadas. Hay una escuela especial pero la combi que los lleva no entra en los caminos de tierra, con lo que no pueden ir.”
Gran negocio con productores pobres. Alicia Alta y Alicia Baja son dos de los 27 parajes de Colonia Aurora, en el departamento 25 de Mayo sobre la costa del Uruguay. El glifosato que se usa para fumigar no es soluble en el agua, corre por los arroyos y contamina las napas. Los colonos usan tachos para buscar agua de los pozos. “La única farmacia del pueblo es de la hermana del intendente, que a su vez es directora del hospital. Cuando a algún colono le falta un remedio hay que ir a El Soberbio –cuenta Severo Suárez–, un hombre solidario sin cargo ni sueldo que fue candidato a intendente del FpV.” Cualquier inversión en la zona es onerosa según el capitalismo salvaje, ya que su población escasa y pobre no garantiza el recupero. Pero sí es mano de obra barata para plantar tabaco. La mayoría de las unidades productivas no superan las 25 hectáreas, se manejan con mano de obra familiar y escasa tecnificación. La Cooperativa Tabacalera, conducida por un ex ministro de Economía de Ramón Puerta y la Asociación de Plantadores de Tabaco cuyo presidente es un diputado del partido gobernante, les entregan las semillas modificadas del paquete de Monsanto, los herbicidas, los fertilizantes. Son responsables de retirar los envases para su disposición final, cosa que no ocurre hace tres años, con lo cual la mayoría los termina quemando. El Burley tiene más de 10 categorías, el precio de la primera calidad rondó este año los nueve pesos. Pero jamás el tabaco es de primera. Con los descuentos les llegan al bolsillo unos $200 mensuales por persona, pero es el único ingreso monetario con que cuentan para los gastos, ya que el consumo familiar está garantizado con otros cultivos. El Fondo Especial del Tabaco recauda 7% del precio del paquete de cigarrillos. El 80% de lo recaudado es retenido por el Banco Nación y de allí girado a las provincias según el ranking de producción. Las provincias disponen el uso de ese dinero según un orden de prioridades establecido por la Ley 19.800. Este año se informó que el 30 de septiembre se dispuso el pago a los productores que entregaron el Burley hasta el 30 de junio por un total de 13.491.878 distribuidos entre 9.638 colonos. La cuenta es clara… unos 1.400 pesos aproximadamente por todo el año.
Según el Dr. Gómez Demaio, lo más importante de la intoxicación crónica es el cambio del genoma humano, “que nos va a producir una generación de misioneros idiotas. El 86,6% de los niños de hasta dos años de Colonia Alicia padece algún retraso mental demostrable como consecuencia de la aspersión de agrotóxicos. Se detectan 60 niños por año con malformaciones. El contacto con glifosato, provoca modificaciones en su genoma humano, que se transmitirán a sus descendientes. Esto quedó demostrado en un estudio comparativo entre niños de Alicia Alta y Alicia Baja en relación a niños de Buenos Aires que nunca estuvieron en contacto con agroquímicos. El resultado fue monstruoso: sólo el 16% de los niños de Alicia respondió al test de Hashimoto. No sólo no aprendían, sino que olvidaban lo aprendido.
• CIFRA
* 630 millones de pesos anuales llegan a Misiones por compensación de precios. Los productores reciben 200 pesos cada uno.
* 87% es el porcentaje de chicos con algún retraso mental en Alicia Alta y Alicia Baja, en el interior misionero, por el uso de agrotóxicos.

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